Aunque las obras son necesarias para la salvación con el fin de cumplir con la ley de la justicia, nuestras obras son, en definitiva, insignificantes. Debemos mostrarle a Dios que queremos seguirlo por obedecer sus mandamientos, pero la obediencia estricta no “ganan” la salvación. Como el apóstol Pablo explicó, a pesar de nuestros mejores esfuerzos para seguir a Dios, la salvación viene por la fe y la aplicación de la expiación de Cristo. En este sentido, las obras no nos salvan; no es que no son necesarias, pero no son suficientes. La fe es necesaria para la salvación.
Efesios 2:8: