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Estudio de las Escrituras: El Mundo de los Espíritus


En la cruz, Cristo le dijo al malhechor arrepentido que ese mismo día estaría con Él en el paraíso. Pero, ¿cómo pudo Cristo hacer una promesa si el día del juicio final todavía no había llegado? Paraíso no se refiere a un estado final, sino más bien a la experiencia en el mundo de los espíritus de aquellos que optan por seguir a Cristo. El paraíso es donde estos espíritus esperan la resurrección y el día del juicio. El malhechor arrepentido había decidido seguir a Cristo, y así estaría con Cristo en el “paraíso”–el mundo de los espíritus–después de su muerte.

Luke 23:39-43:

  • And one of the malefactors which were hanged railed on him, saying, If thou be Christ, save thyself and us.
  • But the other answering rebuked him, saying, Dost not thou fear God, seeing thou art in the same condemnation?
  • And we indeed justly; for we receive the due reward of our deeds: but this man hath done nothing amiss.
  • And he said unto Jesus, Lord, remember me when thou comest into thy kingdom.
  • And Jesus said unto him, Verily I say unto thee, To day shalt thou be with me in paradise.

El apóstol Pedro enseñó que entre la muerte y la resurrección, Cristo visitó y predicó a los espíritus en un lugar llamado “prisión”. “Prisión” se refiere a la experiencia, en el mundo de los espíritus, de los que no seguiron a Cristo en esta vida. (Tenga en cuenta que la connotación típica de “prisión” no se aplica. Muchas personas honestas, sinceras y maravillosas se encuentran en la “prisión espiritual” simplemente porque nunca tuvieron la oportunidad de conocer el verdadero evangelio de Cristo, o porque estaban dedicados sinceramente a otras creencias.) a través del trabajo misionero que Cristo inició, como se describe en los versos siguientes, muchos en el mundo de los espíritus han decidido aceptar a Cristo y ahora esperan el bautismo y otras ordenanzas esenciales. Los mormones realizan esas ordenanzas vicariamente por sus antepasados ​​en los templos SUD.

1 Peter 3:18-20:

  • For Christ also hath once suffered for sins, the just for the unjust, that he might bring us to God, being put to death in the flesh, but quickened by the Spirit:
  • By which also he went and preached unto the spirits in prison;
  • Which sometime were disobedient, when once the longsuffering of God waited in the days of Noah, while the ark was a preparing, wherein few, that is, eight souls were saved by water.
  • The like figure whereunto even baptism doth also now save us (not the putting away of the filth of the flesh, but the answer of a good conscience toward God,) by the resurrection of Jesus Christ:

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